Utilizar el beneficio neto de una empresa para medir su éxito puede no ser del todo fiable, incluso si los números son buenos.
Supongamos que quieres comparar el éxito financiero de dos empresas chocolateras, "Chocolates Gatías" de Querétaro, México y "Le chocolat de Lilian" de París, Francia.
Quizás tu primer pensamiento sería utilizar el beneficio neto para saber quién está generando más beneficios con la venta de chocolates.
Como sabrás, el beneficio neto de una empresa se calcula tomando en cuenta diferentes ingresos y gastos que surgen de las inversiones, intereses de los préstamos, impuestos y amortizaciones, y aunque podría funcionar muy bien para dos empresas dentro del mismo país y con el mismo tipo de financiamiento, en nuestro ejemplo podríamos llegar a conclusiones erróneas si omitimos que cada país paga diferentes impuestos.
Es por esto que recurrimos al EBITDA para hacer más justa la comparación.
El principal diferenciador del EBITDA es que excluye todos aquellos elementos que no aportan información sobre el comportamiento operativo de la empresa, es decir, omite los elementos externos a las actividades del negocio como impuestos o el manejo de su deuda.
De esta manera, podemos saber exactamente qué tan bien (o mal) lo están haciendo las chocolateras de nuestro ejemplo, dejando de lado qué tanto pagan de impuestos en su país o la pérdida de valor de su patrimonio.
Aunque el EBITDA es el indicador más utilizado con este fin, en ocasiones podemos encontrar el EBITA, el cual incluye el elemento de depreciación dentro de la amortización.
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